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Comprimiéndose

[vc_row][vc_column][vc_column_text]Hace unas semanas, en un audio-artículo de este blog escribí y hablé de la pérdida de fonemas conforme las lenguas se iban expandiendo por este planeta, obviamente al ritmo de la expansión humana. ¿Sí? Pues hoy en día, que no queda nada por ser descubierto por nuestros ojos y todo el mundo cabe en un dispositivo electrónico con conexión a Internet, el proceso de “simplificación” sigue su curso.

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Al final, como buenos mamíferos que somos, intentamos simplificar al máximo nuestras rutinas para que adquieran brevedad, pragmatismo y nos dé tiempo para descansar a la sombra. De eso estaba hablando con Shannon, un estudiante apasionado de los idiomas (tanto de Occidente como de Oriente) y que me compartía que en su estancia en Berlín puede notar como día a día el inglés se está implantando en las conversaciones en germano. Me lo creo porque lo mismo ocurre con el japonés en el que muchísimos neologismos son solo transcripciones fonéticas del “americano”… y si lo analizamos con honestidad, cualquier idioma sufre esa fusión ¿no está ocurriendo lo mismo en tu idioma materno? ¿Sí, verdad?

El portugués desde hace pocos años (1990) ha empezado un proceso de eliminación de acentos y símbolos que, según ellos, son redundantes y solo invitan a la confusión y la verdad, está teniendo aceptación entre la población. Este proceso de síntesis aparece en muchos idiomas más de manera voluntaria que por imposición de las autoridades lingüísticas y, lo más importante, amplificada por los hablantes. No cabe duda que la digitalización de la escritura hace mella en nuestra manera de expresarnos. Estoy seguro de que cuando “chateas” por tu móvil utilizas abreviaturas o emoticonos para simplificar el mensaje. Umm de hecho, ahora que lo pienso, eso ya lo hacían los egipcios hace miles de años ¿cierto?

Tengo un estudiante de fonética que hace intercambios de idiomas con un chileno y me cuenta que el hispano, constantemente se equivoca cuando escribe “c” “s” o “z” porque en su variante de español no hay diferencia fonética entre las tres letras. Eso me invita a pensar que en un futuro cercano quizás vea como estas se simplifican todas una “s”.

El “spanglish” el “portuñol” o aquí en Barcelona el “catañol” son pruebas empíricas de que buscamos en nuestro cerebro siempre la forma más cómoda de expresar un concepto, aunque esto implique que tengamos que cambiar de idioma o ayudar a las palabras con un pulgar hacia arriba u otros símbolos.

Desde hace más de diez años, un medio tan prestigioso como “The New York Times” no utiliza el subjuntivo en inglés o estructuras condicionales complejas porque lo califica como estructuras de lenguaje antiguas. Sin duda, su decisión ayuda a que estas estructuras queden aún más obsoletas de lo que lo están.

La pregunta que lanzo a este aire de Montserrat es ¿la comunicación saldrá beneficiada de ello? El esperanto fracasó y solo se estudia por romanticismo y sin ninguna expectativa de que se convierta en un idioma universal… como sí lo es la música. Tu idioma, el mío, el de ellos ¿va camino de seguir siendo una sinfonía variada en la que hay muchísimos instrumentos y tú puedes decidir con qué sección interpretar la música? ¿o simplificaremos como el “pop” para poder llegar a un público global? Pero vaya, como siempre, lo importante es afinar.

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