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Del Papel al Cristal

[vc_row][vc_column][vc_column_text]Es fácil criticarnos (yo te critico a ti, tú a él, él a ella y ella a mí….) cuando vemos a alguien en el bus, metro, caminando o en la playa y que no despega los ojos de la pantalla y el cristal de su dispositivo es como si fuera una pecera dónde la persona se siente segura, protegida, sin necesidad de interactuar visualmente con el mundo que la rodea…

Lo corriente es pensar que “las nuevas generaciones son menos sociales, o la educación cortés va desapareciendo conforme con cada nueva generación, etc… sin embargo, este aislamiento viene de lejos, de muy lejos. ¿qué diferencia hay entre una pantalla táctil de vidrio con óxido de indio y estaño, y un papel de periódico o de un libro? De hecho, cada día más, la gente lee libros en una pantalla táctil ¿sí?

Estoy seguro de que la dopamina se activaba igual en el cerebro de un lector de diarios hace 150 años que a nosotros hoy en día. Yo sé que la dopamina se activa especialmente cuando nuestro dedo patina sobre el cristal y que la ansiedad de leer ese mensaje recibido y, en casos más agudos, al desbloquear el teléfono para saber si alguien nos ha escrito o cuántos “me gusta” tiene nuestra última publicación; pero dudo de que sea menor a la de un lector que buscaba en un diario las noticias económicas, de la guerra de algún país vecino o del número de lotería hace más de un siglo.

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Este post no es para denunciar ni a uno ni al otro, el objetivo es dejar una pregunta en el aire: ¿Por qué siempre nos ha preocupado saber la vida y obra de personas (y personajes) del otro lado del mundo y no sabemos ni el nombre del vecino? ¿Por qué las aplicaciones de citas para “ligar” cada día más sustituyen al cortejo y al proceso de relaciones personales? ¿Por qué cada día felicitamos más con un mensaje escrito, audio o vídeo mono-direccional, en lugar de felicitar en persona o con una llamada bi-direccional en la que hay una interacción emocional?

¿Es cómodo? ¿Es económico? ¿Esconde inseguridades? ¿La globalización? ¿Evita que seamos rechazados? ¿nuestro ego no admite un “no”?

En realidad ¿quién se comunica cuando escribes en las redes sociales? ¿el ego, el “yo” que querría ser y no soy? ¿el avatar de carne y hueso que se consuela mostrando la parte más superficial y desconocida de sí mismo?

Creo que estamos en la era de la imagen: la gente decide que comida comprar “on line” o comer mirando la foto del menú, escucha música con los ojos con los vídeo-clips, un teléfono que no haga “selfies” no tiene ninguna opción de ser vendido.

Este artículo más que sugerir una respuesta, abre una pregunta… o quizás transcriba algunos pensamientos que todos y todas hemos tenido alguna vez… ¿O quién sabe? quizás me estés leyendo ahora mismo en un autobús, metro… 🙂

 

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