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Durante cinco años de mi vida, he estado viajando. He cumplido un sueño, dar la vuelta a este increíble mundo. En este viaje, la principal herramienta para introducirme en las culturas y sociedades, ha sido el lenguaje.
Me he comunicado en árabe, suahili, urdu, portugués, hindi, turco, farsi y muchos idiomas más para ir sobreviviendo y me ha encantado ver la expresión de la gente cuando conseguía decir en sus idiomas, totalmente nuevos para mi, alguna frase con sentido. Esa satisfacción fue la semilla que ahora hace que escriba esta reflexión:
¿Cuál es el mejor camino para aprender una lengua? ¿La gramática o la práctica?
Un alumno puede aprender por sí solo una lengua foránea leyendo libros, viendo películas, teniendo amigos o una pareja que hable una lengua diferente, etc.
Es decir, una persona aprende una lengua sobre todo cuando la necesita y un profesor debe “estimular” esa necesidad. Está claro que un profesor debe conocer la materia y la cultura de un país (no puedes hablar un perfecto japonés si nunca vas a Japón). Y además, también debe ser un compañero, un transmisor de conocimientos sin más autoridad que el respeto personal.
Creo que el error en el método antiguo y tradicional es de base, ya que la lengua materna (Lm) la aprendemos de manera inconsciente y al contrario que la lengua que queremos aprender (L1), al hacerlo de forma consciente, no debe seguir el mismo patrón deductivo ni de memorización.
Tampoco estoy de acuerdo con un profesor-jefe-jerárquico “supremo” que castiga el error sobre ejercicios de gramática no pragmática y lejos de la vida real del alumno de lengua extranjera.
Por ello, debemos cubrir esas necesidades idiomáticas inmediatas, enseñándole con conversaciones, actividades audiovisuales y escritas, casos reales del uso de idioma y haciéndole practicar muchos temas que les resulten atractivos y cercanos.
La gramática, el error, el Método Comunicativo y la vida real.
Una sobredosis de materia gramatical no hace más que aturdirles: “menos es más” y con actividades comunicativas y/o interacciones orales y mucha participación en las clases, el alumno perderá el miedo y vergüenza a hablar y a equivocarse.
Respecto al error, yo buscaría un sistema de “premiar la auto corrección”. Algo así como que el que se equivoque y se corrija, reciba una distinción a la mejoría. “Solamente se equivoca el que abre la boca”.
De hecho, yo he aprendido inglés, árabe e indonesio viajando, por la necesidad en la vida real y aprendiendo de mis errores.
Las actividades comunicativas, integraciones de destrezas utilizando textos reales, videos, audio reproduciendo situaciones que están “ahí fuera” y ejercicios, hacen dinámicas las clases para ellos y para nosotros.
La fluidez es el objetivo de las actividades comunicativas. Que el alumno negocie y busque sus propias estrategias para comunicarse, hace una clase ligera, muy motivadora y significativa. Hay que buscar la mayor participación posible.
A medida que el nivel de la clase va subiendo, tenemos la excelente “arma” de la integración de destrezas. Es una manera de incentivarlos ya que podemos hacer “entrar la vida real a la clase”.
Un ejemplo de ésto, es organizar una comprensión auditiva de un anuncio de trabajo, para luego hacerles “ir” a la entrevista de trabajo mediante una interacción oral. Los alumnos al utilizar sus recursos lingüísticos, encuentran la practicidad de lo aprendido y eso es un gran objetivo. Quizás para la mayoría, el objetivo.
El Método Comunicativo “ha roto moldes” y “tirado abajo muros de creencias”. No todo lo gramaticalmente correcto lo es en la práctica y muchas veces “el error es aprendizaje”. Este método, sobre todo, me ha ubicado en el sitio correcto: al lado del alumno.
El alumno tiene que hablar y hablar, crear sus estrategias y hacer fuertes sus competencias. A eso le ayudaré con actividades eficaces, significativas, interesantes, y motivadoras que se lleve él a la vida real.
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