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Fiesta Mayor

[vc_row][vc_column][vc_column_text]Ayer 10 y hoy 11 de julio trascurren las fiestas patronales del pueblo donde vivo. Ahora se llaman “Fiestas Mayores” pero hace pocas décadas se llamaban patronales porque se celebran en honor al patrón de cada población. El patrón no es un jefe o un empresario, ni un narcotraficante no, usamos la acepción religiosa. El catolicismo, muy integrado en el subconsciente cultural de este país, admitió y promocionó que el día en el que se celebrara la onomástica del santo de la parroquia principal del pueblo, se celebrarían días de fiesta. Eso fue muy bien recibido por la prole, que solía trabajar siete de siete días a la semana, para poder ponerse la ropa, con intenso olor de naftalina, guardada en el armario desde el año anterior y poder disfrutar de unos días de música, baile, amistades y actividades que hoy en día las entendemos como de pleno derecho y que en aquellos tiempos eran privilegios “de Dios”.

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Todo y que la pandemia recomienda muy poco las aglomeraciones, he dado una vuelta muy rápida y enmascarada por el recinto ferial dónde se mezclan un “gazpacho” de sonidos, músicas, reclamos de los feriantes para atraer a la gente a sus puestos ambulantes y sobre todo, mucho saludos a personas que no ves frecuentemente durante el año y durante esta etapa tan singular que estamos viviendo, aún menos. El clima español-mediterráneo invita a hacer vida en la calle, al sonreír sin razón, chillar también por cierto, pero en su totalidad, se crea una atmósfera muy generosa y hospitalaria.

Por supuesto, la comida, las tapas, los licores y la cerveza son parte imprescindible del decorado. La gente come, sobre todo cena, en la calle y eso le da una “vidilla” inigualable al pueblo. Recomiendo un 1000% pasear en una fiesta mayor. Es como un 4 de julio en EE.UU.  pero con una filosofía más de “pueblo”. En la calle hay hileras de mesas donde la gente se atiborra y casi siempre, el comensal de al lado tuyo solo lo conoces de vista, pero no importa en absoluto.

Creo que tienen un punto de nostalgia adquirido muy importante. Digo esto porque tengo la impresión de que durante la infancia, por lo menos la mía,  te empapas de sensaciones inigualables (poder llegar de madrugada a casa, beber tu primera cerveza de adolescente con tus amigos, quizás con tu primer cigarro y si tienes suerte, tu primer beso de amor, etc…) y que te marcan para toda la vida. Esas sensaciones tatuadas en el corazón reflotan cada vez que te adentras en esa selva de atracciones multicolores y multisonoras que te hacen recordar cuando eras un mozalbete.

España es un país de mercados en la calle, terrazas en los bares y restaurantes, fiestas populares, verbenas y en general vida en la calle. Te aconsejo que te pierdas en ellos. Vas a encontrar muchísima más gente hospitalaria y samaritana que lo contrario. Cuando pasees por mi país, habla, “no te cortes”, lánzate y saca tu español y tu sentido común y te vas a llevar una muy grata sorpresa. España es un país de calle, de hecho, para disfrutar este país, lo más coherente sería vivir, dormir y comer en la calle y hacer turismo en los hoteles. ¡Jajajaja! ¿Te lo imaginas?

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