[vc_row][vc_column][vc_column_text]Tan solo 16 días después de que hubiera un terrible terremoto en la parte centro-sur de Marruecos con miles de desgracias que contar, iniciamos una inmersión lingüística en ese maravilloso país que es la puerta occidental de África. Desde aquí, agradezco a mis estudiantes que no desistieran en sus deseos de aventura.
Cuando estábamos allí todavía se sucedían, en los medios de comunicación, las noticias negativas desde la parte dañada del país. Sin embargo, siempre recibíamos sonrisas, gestos hospitalarios y amabilidad de la gente local por dónde quiera que fuéramos… indescriptible.
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¿Por qué una inmersión lingüística de español en el norte de África? Pues porque viajar por ese continente saca lo mejor de uno mismo y eso provoca unas ganas de compartir y eso directamente te hace hablar. Además, el norte de Marruecos fue un protectorado español hasta hace 60 años y hay muchas personas que hablan español. por todo eso.
Es más. Ya tengo estudiantes confirmados que quieren tener la misma experiencia el año próximo y eso quiere decir que la decisión no fue mala. ¿No?.
Volamos los 5 juntos desde Barcelona al aeropuerto de Tánger. Un vuelo corto y en el que debido a la emoción del viaje, no parábamos de practicar el español ¡¡Sin cesar!!
Una vez en Tánger, recogimos nuestro auto de alquiler y fuimos directo a nuestro primer destino: Assilah. En esa ciudad costera, blanca y azul, con una luz especial debido a la brisa suave del Atlántico, y allí pasamos las dos primeras noches. Durante sus días paseábamos por los mercados, por su preciosa medina llena de calles blancas irregulares, llenas de rincones que te piden ser fotografiados, nos relajábamos en sus cafés y restaurantes de la costa y sobre todo, nos comunicábamos y así nos íbamos conociendo más y más todos nosotros.
Assilah es una ciudad de artistas. Ves el arte en sus paredes, en su arquitectura, en su gente bohemia y en otoño más aún ya que el número de turistas es menor.
Tener un coche de alquiler nos proporcionaba una independencia que nos hizo descubrir, para mí, uno de los pueblos pesqueros más bonitos del norte de Marruecos: Larache. Su conservatorio de música, una lonja de pescado, unas calles medievales y caladas con azules de todos los tonos, con terrazas mirando al mar dónde el té a la menta es más refrescante que nunca y unas laderas que adornan el paisaje, hizo ese viaje un día especial. Además, de regreso al hotel parábamos en puestos de carretera dónde vendían cerámica autóctona que sin duda, es un excelente y original “souvenir” que llevar a tu hogar de vuelta. Antes de regresar a nuestra querida Asilah, paramos en las playas de Las Palomas dónde hicimos paseos largos por la orilla y después de tomarnos un refresco, en uno de los chiringuitos de la playa, hicimos un poco de Chi-Kung a la misma vez que atardecía: mágico.
Las siguientes tres noches las pasamos en Rabbat, la capital. Coincidió nuestra inmersión con la fiesta musulmana en honor al nacimiento del profeta Mahoma y eso era un evento que adornó, mejor si cabe, esta ciudad real. Rabbat es limpia, ordenada, monumental y peatonal. Sí, da gusto caminar por ella tanto de día como de noche y, especialmente por su zoco. No es un zoco irregular como el de Fez, Larache o Asilah, no, es un zoco más ordenado pero que esconde restaurantes geniales dónde te puedes comer una buena sopa “harera” en las murallas y hablar con viajeros desconocidos de todo el mundo, como nos pasó, y por supuesto paseando por el zoco, te regala sorpresas como los Jardines Andalusís y otras maravillas como tiendas de productos artesanales y artísticos de Marruecos y de esta ciudad que sí o sí, te invita a repetir. Esas maravillas son el Mausoleo de Mohamed V y la Torre de Hassan. Ambas una frente a la otra y separadas por un patio de columnas sensacional. El mausoleo te ofrece una visita interior en el que bajo un arte arabesco, que te deja sin palabras, puedes ver la tumba del primer rey de Marruecos y abuelo del rey actual Mohamed V. Un lugar de respeto y culto que me recordó y mucho al Taj Mahal ¡esto indica la enorme belleza de esta construcción!
Ubicados en una zona preciosa cerca de la puerta norte, decidimos dos actividades especiales para el último día: visitar Casablanca y su espectacular mezquita Hassan II, que en su tiempo fue la tercera más grande del mundo y que junto al mar, ensalza la majestuosidad de una arquitectura hecha para alabar a un dios y que pudimos visitar por dentro; y en el que recuerdos de La Alhambra de Granada no paraban de venir a mi mente. En realidad, Casablanca no es bonita. El zoco, muy cerca de la mezquita, es sucio, mal conservado y nada acogedor , pero desplazarse para ver exclusivamente la mezquita es algo que hicimos y que yo volvería a hacer ¿Quizás contigo?
Como despedida de Rabat, mis estudiante me preguntaron por ver un espectáculo de danza arabesca y con esa intención nos fuimos a la zona de las embajadas para ir a un restaurante que incluía ese tipo de espectáculos y en el que pudimos ver la otra cara de Marruecos, la de los ricos, dónde las normas del Corán no se siguen tan estrictamente y te hace sentir como si estuvieras en un restaurante europeo. ¡Gracias por la invitación chicas!
Si hay algo que me satisface enormemente es que cuando conduzco de regreso al hotel, después de una aventura, todos en el auto estén durmiendo: y así fue, me encantaba escuchar sus respiraciones profundas mezcladas con la música local que suavemente salía por los altavoces del coche y, me encanta… porque eso quiere decir de que la experiencia ha necesitado de toda su energía y atención de los cinco sentidos.
El última día volvimos a ver el atardecer en la playa junto a una cena de pescado fresco y té a la menta que servía para brindar por esta semana de inmersión que habíamos pasado todos juntos.
Una vez en casa, los días posteriores son como esos días soleados de otoño que te recuerdan al verano. Esa misma sensación es la que tenía cuando nos intercambiábamos fotos y vídeos entre todos nosotros y que ahora comparto contigo en este audio-artículo.
El año pasado estuve dos veces con estudiantes en Marruecos y este año, hemos tenido una inmersión y ¿sabes? cuanto más repito esta experiencia, más me gusta ¿Te vienes en la próxima?
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