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La Brújula

[vc_row][vc_column][vc_column_text]Esta es una semana en la que hay que hacer ejercicios de contención para que el ego no se suba por las nubes. Estoy recibiendo muy buenas noticias de estudiantes con los que estuve trabajando en su preparación del DELE durante la convocatoria de mayo y la verdad, es que todo han sido buenas o muy buenas noticias.

Además, los estudiantes de fonética, sin excepción, están consiguiendo no solo mejorar la fonética, sino también aprender a monitorizarse y auto-corregirse logrando mejoras en la pronunciación ¡y en la autoestima!

Déjame añadir que no hay día que no reciba algún comentario post-clase que me “ponga por las nubes” y que casi me haga olvidar un pequeño gran detalle: Yo solo soy una guía… una brújula. El profesor eres tú.

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Sí, tú eres el que dirige tu aprendizaje. Antes de tener la primera clase con el estudiante, ese mensaje ya le ha llegado a la persona que reserva una clase conmigo pero, por si no lo hubiera visto en alguno de los vídeos de mi presentación, se lo digo antes de que se cumplan dos minutos de la primera lección. ¿Por qué? Porque es lo que creo firmemente: tanto como profesor, como de estudiante de idiomas para extranjeros.

Tengo la paciencia, la seguridad en mí mismo y los conocimientos “de gentes” cómo para saber lo qué puedo asumir y lo qué no. Yo puedo guiarte a elegir las habilidades necesitadas de ser reforzadas en cada momento: fonética, comprensión auditiva o escrita y lo mismo, con los dos tipos de expresión, en la cultura, en la música, cine, literatura, historia, etc… pero lo que no puedo (y entre tú y yo, tampoco quiero) es traspasar la pantalla, entrar en tu habitación y “zarandearte” para que te pongas a estudiar. Eso lo dejamos para un futuro cercano de realidad virtual.

Mi trabajo es animarte, hacer cálida nuestra fría conexión “de cable + wifi”, estar seguro de que sabes que no estás solo y de que puedes confiar en mí. ¡¡Me encanta cuando un estudiante me comparte algo personal o alguna meta de su vida!! porque me transporta a estar físicamente con él y poder empatizar haciendo milimétrica la distancia.

Por supuesto, está “la cara oculta de la Luna”. Hay estudiantes que después de la primera clase, no han vuelto y la mayoría, me sabe mal decirlo, ni siquiera se despiden. Hay según que países que conservan un sistema educativo rígido, enfocado en la persona del profesor y dónde acumular notas y calificaciones son los objetivos. En ese contexto no encajo y contento de ello estoy porque la creatividad e independencia de los estudiantes son sagradas y sin duda, la base para los nuevos genios. No quiero cargar sobre mis hombros la responsabilidad de haber castrado a un talentoso genio, por un oxidado método.

Por último, te comparto que siempre invito al alumno a que invierta el dinero que tenga pensado para mis clases, en viajar, en sumergirse en la cultura, lengua, tradiciones y gentes del país, o países, dónde se hable español. Cambiarme a mí, por una brújula real que lo guíe hacia el norte de sus sueños.[/vc_column_text][vc_empty_space height=”17″][/vc_column][/vc_row]

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