[vc_row][vc_column][vc_column_text]Tengo notas escritas en papel de ideas, recuerdos, inspiraciones… apuntes por todos lados. En la puerta de la nevera, en el teléfono, entre los libros, en mi mesa de trabajo, en diarios personales y no tan personales, en mi carpeta de poemas… ¡¡¡Por todos lados!!!
Notas sueltas, igual que las notas que farandulean por el aire cuando un director de orquesta sinfónica alza sus batutas y las notas de los instrumentos surcan el aire sin control.
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Cada letra es una nota, cada palabra un acorde, cada párrafo un compás y cada hoja una partitura. ¡Síiiiii! ¡Qué de importante es leer y escribir! ¿Te imaginas que no se hubiera inventado el solfeo? ¿Cómo habríamos podido disfrutar de las sinfonías de Vivaldi o el “Help” de The Beatles si no hubieran sido registradas en tinta sobre el pentagrama? Con el cuarteto de Liverpool no habría habido problema porque se grabó en cinta magnetofónica, pero, si no se hubieran escrito las respectivas pautas de diseño y construcción de esas grabadoras, no habría sido tampoco posible de hacerlo.
El 99,99% de las personas con las que he hablado sobre qué es lo que más les interesa aprender, me dice: hablar y escuchar, pero casi ninguna me dice que el escribir es su prioridad.
Recuerdo que cuando vivía en Seúl, mis compañeros de piso me llevaron a un parque donde había y hay, un cofre que guarda objetos del siglo pasado para que sea abierto en el siglo que viene y así, las sociedades futuras, sepan cosas de nosotros.
Esto que parece tan irrelevante ha tenido unas consecuencias increíbles en la historia de la humanidad. Sin ir más lejos, la escritura fue un factor muy importante para que Europa colonizara América y no al revés. Los Europeos sabían leer y escribir, o sea, podían trasmitirse órdenes, avisos y testimonios por escrito, cosa que los indígenas no podían hacer ya que todos sus conocimientos se trasmitían oralmente… y eso tiende al olvido.
Recuerdo que en el estado de Oregón conocí a la hija de un profesor que enseñó inglés al jefe indio Gerónimo. Sí, el líder apache Bendoke pidió aprender inglés y a escribir. ¿Para qué? porque según él, la escritura fue la clave para la victoria de los “pieles pálida” y para que así fuera él, en persona, quien pudiera trasmitir su versión de la historia y de este modo evitar que fuera manipulada por los colonizadores.
¿Cuántas veces te has emocionado al leer una antigua nota en un trozo de papel entre las páginas de un libro? ¿O algún verso de tus primeros poemas o relatos que la inspiración te brindó? ¿Qué sería de muchos de nosotros sin ese diario infantil o adolescente que nos permitía registrar en tinta, de distintos colores, aquello que era tan importante de aquél día?
Ahora tenemos los dispositivos digitales que memorizan todo y ¿sabes? Creo que ahora es mucho más fácil perder todas esas notas, todos esos recuerdos. No porque no se puedan encontrar no, sino porque quedan abandonados al ostracismo entre tantos y tantos documentos, fotos, archivos, vídeos, etc… que cada día guardamos en nuestros dispositivos digitales. Personalmente creo que tienen algo más de romántico las notas torcidas sobre papel perecedero, que estas mismas palabras de este audio-artículo que estoy escribiendo sobre una pantalla y que luego, se transformará en ceros y unos para perder todo signo de forma hasta que no sea abierto, como por arte de magia, con el ratón de tu ordenador. ¡Qué no pare la música… ni la pluma!
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