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Los Muros del Aprendizaje

[vc_row][vc_column][vc_column_text]¿No te has sentido así en alguna ocasión? ¿Con una sensación de sentirte encerrado entre los “muros” de la gramática? Y cuándo eso ocurre, los libros parecen paredes también y si entonces preguntas a tu profesor, dependiendo de su respuesta, te hace sentir más pequeño e indefenso ¿y entonces? ¿qué piensas? Pues probablemente que te sientas frustrado, desanimado y con muy poca confianza en ti mismo… o casi ninguna.

¿Cuál es la solución?

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Para encontrar una solución, primero debemos hacer un análisis de la situación. Hazte estas preguntas: ¿Cuál es mi meta? ¿Cómo es mi sistema de aprendizaje? ¿Lo hago bien? ¿Practico pocas horas? ¿Al revés, demasiadas? ¿Durante mi aprendizaje, qué sistema uso? ¿Si tengo profesor, soy honesto con él y le cuento mis problemas y decepciones?

Por mi experiencia, con cientos de estudiantes, lo primero que hay que hacer es ser sincero con tu profesor igual que lo eres con un médico, explícale lo que sientes, tus avances y tus frustraciones. Los profesores somos como los médicos, cuánto más información tenemos del estudiante, mejor diagnóstico podemos hacer. ¿Y sabes? La mayoría de problemas que tenemos los estudiantes (yo también estudio un idioma en línea, el japonés) los tenemos desde edad muy temprana ¡Sí! Desde que seguimos los patrones de la escuela primaria; afortunadamente soy profesor de muchos “home-schoolers” y puedo ver que ellos carecen de unos condicionantes muy influyentes al no haber estudiado en la escuela clásica: Eso se merece un análisis más profundo… pero sigamos con el tema.

La frustración que tenemos casi siempre es debido a una comparación con otros y/o al hacer una visualización del camino que queda hasta conseguir el nivel deseado. Ahí está el principal error porque el camino no termina nunca. Yo llevo décadas en la investigación de mi propio idioma y nunca voy a terminar. Es por eso que me atrevo a aconsejaros los versos del poeta Antonio Machado:

“Caminante no hay camino, se hace camino al andar”

El primer día que estudiaste español fue maravilloso ¡Yo lo sé! De no hablar nada ¡cero! a poder decir “gracias, buenos días, me llamo…, los número del 1 al 10”, eso fue maravilloso, ¿verdad? Pero ¿qué ocurre cuando ya estás en la carrera del aprendizaje y ves que el camino es mucho más largo de lo que pensabas, ves montañas altísimas como los pretéritos o el subjuntivo…? En esos momentos hacemos una comparativa del tiempo que ya hemos invertido, con el que tenemos para invertir y ahí está la clave del desánimo consecuencia de una ansiedad que sentimos por dentro. ¡Gran error!

Cuando se aprende un idioma de adulto y queremos aumentar nuestras habilidades se puede hacer de dos maneras: a lo largo y a lo ancho. Me explico:

“A lo largo” significa que vas aprendiendo gramática, reglas, trucos para hablar mejor y más rápido y  “a lo ancho” que quiere decir que vas aprendiendo la cultura, el contexto social, las tradiciones, gastronomía, frases coloquiales y aspectos fundamentales que rodean al idioma y que determinan cómo hablamos los hispanohablantes.

Las reglas siempre ayudan a que haya un orden y unas normas estándares que hacen que todos nos entendamos usando los mismos códigos aceptados  (palabras) pero a la misma vez encorsetan y delimitan la creatividad para expresarse y la identidad de cada individuo; y eso hace que te compares con los otros y entonces, viene la gran decepción.

Cada persona aprende de diferente manera, tiene diferentes habilidades y también diferente contexto social, ¡por eso no es bueno que te compares con otros! de la misma manera que no es justo que en la enseñanza prusiana, desde el siglo XIX,  haya una rivalidad no sana entre los estudiantes. Digo esto porque todos hemos sentido en la clase, desde la primaria, alegría al ser el primero en dar la respuesta a una pregunta del profesor, o tristeza o vergüenza cuando se nos ha preguntado y no hemos sabido responder. ¿Verdad?

No te compares cuando en el “camino” del aprendizaje ves gente que “corre” más que tú, no. Ir a tu propio ritmo es la única manera de disfrutar del “camino” y de las cosas maravillosas que vas encontrando.

¡¡Buen viaje!!

 

 

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