[vc_row][vc_column][vc_column_text]Hoy es 20 de marzo, hace unas horas en esta ciudad ardían todas las fallas menos un “ninot” (muñeco que forma parte de una falla) que fue indultado y espera a ser admirado como los de los años anteriores, en el museo. Esta tradición pagana, que la iglesia adoptó a su calendario como la noche de San José (P.P de Jesucristo), era hace unos años, la muestra más clara de que Valencia era diferente.
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Después, la UNESCO declaró esta fiesta, que originalmente indicaba el cambio de solsticio invernal al de primavera, de bien cultural e interés de la humanidad y desde entonces, “ese favor” hace que tengas que estar muy interesado en este evento para venir por estas fechas. Demasiada conglomeración para disfrutar de estos días de pólvora, verbena y arroz. El espíritu se ha dilucido un poquito y se encuentra más autenticidad en las Fallas de pueblos de la provincia, algunos muy cercanos, como Sagunto, Paterna y algunos menos como Xátiva y Sueca.
Aparte de eso, Valencia es mucho más que “las Fallas”, es una ciudad especial. Reconozco que yo soy parcial respecto a ella, ya que aquí he pasado muchas de las mejores experiencias de mi vida. Aunque de lo que estoy seguro es de que, después de haber vivido en Sevilla y Barcelona, claramente veo aquí el punto intermedio de ambas: tiene el “buen vivir” del sur y la dinámica de la Barcelona europea. Eso y que además, en bicicleta la puedas disfrutar sin ningún problema, ya que la ciudad es plana. Casi que se debe catalogar Valencia capital como una ciudad de obligada visita.
Si te sientes en forma caminando o te alquilas una bicicleta (hay varios negocios de estos por el centro) no dudes en marcarte estos 7 puntos para inspeccionar. Eso sí, sin ningún tiempo programado, de hecho, este pequeño tour que te comparto bien merece dos o tres días. Valencia es de los lugares dónde he visto más amabilidad entre la gente, son personas muy “campechanas” y yo creo que es por el sol. Aquí es como si diera de otra manera, sobre todo la luz… ¿Empezamos a pedalear?
Pues aprovechando que empiezas la ruta por el centro, vamos a la Plaza de la Virgen, que construida sobre un antiguo foro romano, es la plaza más emblemática y sin duda uno de mis lugares favoritos de Valencia.
Con un impresionante centro, que destaca la enorme Fuente del Turia, que homenajea al río valenciano que la atravesaba (hasta que una riada mató a mucha gente y decidieron desviarlo), está entre tres importantes edificios: la Catedral de Santa María, el Palacio de la Generalitat y la Basílica de la Virgen de los Desamparados. A mí me gustan los colores de sus edificios en el atardecer. Sí, los atardeceres en Valencia son distintos, no por lo romántico del contraste de luces. Más bien por todo lo contrario. Es ruidoso, en sí, de hecho, Valencia es ruidosa pero no en el sentido negativo, me recuerda a Ciudad de México: es más bien bulliciosa, sí, en el ambiente siempre hay un rumor y eso la hace, si le pillas el puntillo, acogedora.
Cuando hemos gozado de su observación y/o visitado algún edificio magnífico, entonces pedalearemos un poco, solo 15 minutos hacia el sur y encontramos la “creme” de la ciudad: la Ciudad de las Artes dando un agradable paseo por el Jardín del Turia. Kilómetros y kilómetros de zona verde que te desconectan del anterior alboroto. Realmente es un remanso de paz. Desde lejos ya verás un conglomerado de edificios multiformes, que a mí me parecen criaturas del mar “cementadas” y que en sus vientres albergan lo más “chic” de la cultura y ciencia valenciana y en algunos casos mundial ya que el oceanografo de Valencia tiene el acuario y el delfinario más grande de Europa y de los mayores del mundo. Esto que se dice en 10 segundos representan horas y horas de gozo visitando y observando casi toda la fauna marina mundial en un mismo espacio.
Solamente aquí, puedes pasar horas y horas, pero además hay otras posibilidades además de agua: ver una proyección en la pantalla más grande de España, hacer una pausa en la horchatería interior o caminar sobre unos lagos dentro de una burbuja. A mí, una que me parece extraordinaria es la de mantener conversaciones con otra persona situada a 50m en la zona de los arcos comunicantes. Eso es un detalle, el diseño no solo fue pensando en el efecto visual sino también en el sonoro. Además, en primavera la calor levantina es muy agradable por lo que pasear, reposar, pasear y reposar entre sus muros desafiantes de la fuerza de la gravedad es muy placentero. Además, en Valencia es muy difícil no encontrar un bar dónde repostar energía con una pequeña tapa y bebida refrescante.
En este espacio tan singular voy a hacer una parada y en el próximo audio-artículo voy a compartirte mis otros cinco lugares que creo que te pueden atraer y que, si estoy en España, vengo a visitar por lo menos, una vez al año.
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