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Mi España 22 – La Provincia de Málaga

[vc_row][vc_column][vc_column_text]La provincia de Málaga no es de las más grandes aunque bien es cierto que se necesitarían varias semanas para descubrirla toda. Si bien es verdad que la costa está aprisionada y encorsetada por la especulación inmobiliaria, se pueden encontrar lugares en los que sea soportable el turismo endémico.

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Por ejemplo, es fácil de entender que se caiga en la tentación de visitar Marbella por su glamour, pero sabiendo que es de los pocos pueblos de España en el que hay un peaje para entrar y el único que el gobierno central de Madrid disolvió su ayuntamiento por corrupción, me hace imaginar que la atmósfera no se parece a lo que busca un viajero curioso. Además, todo y que es anticonstitucional, tiene playas privadas. O sea, cuidado dónde te metes.

Málaga, como toda Andalucía, te ofrece turismo de “pulserita” y también lugares que son únicos en los que se mimetizan las poblaciones con el entorno, para mí, herencia de anteriores civilizaciones norte-africanas.

Viniendo de Granada, siguiendo la costa y antes de llegar a la capital, me pararía en dos lugares. Uno, las Cuevas de Nerja. Es un reclamo turístico, sí, pero si llegas aquí y no es verano, yo me arriesgaría porque aunque sea una naturaleza “domada” por el hombre, tiene su encanto y lugares inspiradores. Y dos, un poco al norte está, para mí, el pueblo más bonito de Málaga: Frigiliana. Es el típico pueblo blanco de cal con calles desordenadas y herencia de la estancia musulmana durante siglos. Es como visitar Mikonos, Cheff Chaouen u otras “estrellas” del turismo de pueblos blancos mediterráneos pero, todavía, menos masificado. Este pueblo pequeñito es muy grande porque hay muchos rincones, que como Toledo, mezclan la cultura cristiana, árabe y judía, que no se te olvidarán.

Ya sí, después de haber disfrutado de Málaga capital, iría hacia el norte a gozar de Antequera. Este pueblo, cuando no son vacaciones, que se llena de antequeranos que regresan a él para visitar a sus familias, tiene un entorno natural único (no lo digo yo, lo dice la UNESCO) con sus Dólmenes y su Torcal. En este espacio “lunar” respiro, cojo fuerzas y después me dirijo conduciendo no más de una hora a la Reserva Natural de La Laguna de Fuente de Piedra para disfrutar de muchas rutas a pie… y si no te hubiera agotado la oferta senderista de Antequera, entonces, después bajaría, me tomaría unas buenas tapas con algo fresco en Ronda. Sin duda, su puente es de los lugares más fotografiados de Europa y su pueblo, de los más populares de la Andalucía “blanca” es una buena tentación para el relax. Eso sí, si todavía te quedaran ganas de seguir caminando, en el cruce de la A-357 pasado Peñarrubia, puedes hacer “acrobacia” en El Caminito del Rey. Un paseo muy popular y en el que si vas a última hora, los visitantes no serán tantos que te agobien a seguir caminando a un ritmo “rapidito” que le quite la belleza singular de la experiencia.

Después de Ronda puedes elegir. O vas hacia el este, al Parque Nacional Sierra de las Nieves y concretamente a su sierra para disfrutar de la naturaleza en pleno o vas hacia el sur a otro pueblo coloreado, pero esta vez de azul: Júzcar. Sí, le llaman el pueblo de los “pitufos” por el color azul de sus casas. En realidad, es por esos pequeños personajes de ficción por lo que este pueblo de menos de 400 habitantes es así: por una historia de marqueting: Poderoso caballero Don Dinero. Yo, personalmente tomaría otra ruta: desde Sierra de las Nieves, cogería la carretera comarcal que pasa por Coín hasta llegar a Mijas y después hacia Cádiz directo. Sin detenerme en la Costa del Sol… del euro-sol.

Sí, marcho hacia Cádiz, la provincia de Europa más cercana de África y eso, la hace diferente a las demás… muy diferente.

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