[vc_row][vc_column][vc_column_text]Ya estoy en Albacete. Empiezo a pisar una tierra tan humilde como auténtica. Salgo de la España de agencias de viajes, turismo, aeropuertos internacionales, aroma flamenco y fotos masivas en Instagram sobre la paella o plato de tapas más llamativo de turno. Estoy en una zona que es como esa persona que te seduce por su humildad y belleza escondida, pero que sabes que va a estar contigo el resto de tu vida. Esta zona se llama Castilla-La Mancha. La tierra de Cervantes y de El Quijote.
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Es, sin ninguna duda, junto a la otra Castilla, la del norte de Madrid, la zona para practicar español por excelencia, fonética fiel a los sonidos originales, ritmo de la conversación pausado y mucha paciencia de los lugareños que harán de las conversaciones un perfecto ejercicio de expresión oral y comprensión auditiva. ¡¡Bienvenidos a la escuela abierta de castellano y cultura española Castilla-La Mancha!!
Este trocito de España, desde que yo estoy vivo, ha cambiado varias veces de composición. Madrid antes era una de sus provincias y donde estoy, Albacete, era parte de la región de Murcia. Esto quiere decir que todo está en movimiento y que culturalmente reciben del Mediterráneo y también de la España más interior.
Aquí, afortunadamente, también se te planteará la duda: enfocarme en visitar pueblos y gentes o paisaje y naturaleza. La combinación que te propongo es una mezcla acorde al tiempo que quieras invertir. El atractivo está en ambas y no hay que calcular el tiempo igual que en zonas más turísticas. Aquí el tiempo se alarga más que en las otras. Es cierto que no hay carreteras llenas de vehículos ni colas tan largas para visitar lo que queramos, pero las infraestructuras no son tantas y eso te hace ralentizar el ritmo.
Viniendo desde Úbeda estás viniendo siguiendo la Sierra de Segura y esa formación montañosa tiene un rincón maravilloso que es el Parque Natural de los Calares del Mundo y de la Sima. Si la sigues en dirección Alcaraz, girando a la derecha está Riopar Viejo y allí se haya el Nacimiento del Río Mundo. En este mismo lugar, el río tras atravesar galerías y cuevas subterráneas hasta las Cuevas de los Chorros, allí cae formando una espectacular cascada. Sí, yo disfrutaría de ese frescor y después haría un tour de dos días por la provincia comenzando la visita en el vecino Alcaraz. Allí, en el centro, hay edificios interesantes como palacios e iglesias. Pero a mí me gusta un té en la plaza Mayor y las calles colindantes. Además, es un pueblo que tiene unas construcciones exteriores interesantes como unas atalayas bien conservadas.
Después haría una visita de cuatro ciudades que hacen de semianillo a la capital y que cada una de ellas ofrece experiencias singulares.
La más cercana es Ayna. Seguimos el Río Mundo hasta esta población llamada la Suiza Manchega. Se le llama así porque está construida en la garganta de la Sierra y tiene forma de escalera. Es decir, tiene miradores increíbles y unas cuevas accesibles preciosas, la Cueva del Niño. Cuando veo estos paisajes, no sé, siempre me recuerda a mi Montserrat.
Lo bueno de estos pueblos es que la calma hace que parezcan más pequeños de lo que lo son y es porque se respira familiaridad en sus calles.
Después, seguimos la CM-3213 hasta Hellín. Esta ciudad es perfecta para descansar una noche, repostar y terminar al día siguiente. Por la mañana, sin duda, admirar alguna iglesia o santuario, como el de Ntra. Sra. Del Rosario y ver como se entiende la religión de una manera menos pomposa que en el sur. Seguidamente mirar los alrededores de Hellín que lo conforman varios pantanos y conducir hasta Almansa para disfrutar de su bien conservado castillo y si tienes tiempo, hacer la Ruta del Cuco de los Garganchines. Es una ruta corta y en la que seguro encuentras albaceteños con ganas de saber de ti y explicarte de ellos y de la tradición de los pastores de construir con piedra refugios.
Para terminar, sin duda, Alcalá del Júcar. Para mí, es el pueblo más bonito de la provincia y de los más bonitos de España. Es un pueblo único, ubicado sobre las rocas de un meandro del río Júcar, y en el que resaltan bonitas casas blancas que han sido excavadas en la misma montaña. Imperdible.
Por supuesto, cuenta con un patrimonio histórico de envidia con monumentos como el Puente Romano que es el acceso al casco antiguo, un castillo árabe que tiene las vistas desde lo alto y preciosa también la Iglesia de San Andrés, las peculiares casas cueva y la pequeña playa del pueblo. ¡Sí, sí! Una playa sin mar.
Visita este lugar con los ojos muy abiertos porque los secretos de esta región están ahí, entre la calma. Mañana voy a la capital. Tengo ganas de disfrutar de una ciudad tranquila en la que es perfecto tararear un poco de blues mientras todo pasa poco a poco… sin prisa.
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