[vc_row][vc_column][vc_column_text]Lleida es sin duda una provincia diferente de entre las cuatro que tiene Cataluña. Es la única que no tiene mar y por eso ha sido la menos inspeccionada en la historia. La provincia tiene tesoros maravillosos como los Pirineos, pueblos muy pequeños y de naturaleza auténtica entre ellos. Sin embargo, me voy a centrar en la capital porque es fácil que llegues a ella con transporte público. Especialmente en RENFE.
¿Quieres escuchar este post? ↓
Después de visitar Barcelona y Girona, puede parecer que te introduces en un lugar yermo, medio estéril, previsible y con poco que descubrir. Sí, puede parecer que Lleida es como la chica o el chico que a principio no es el más guapo o guapa de la fiesta pero que luego te sorprende y quieres saber más y más de esta persona y volver a verla es tu deseo.
Si siguieras las guías tradicionales de la ciudad, harías un tour por monumentos, sobre todo religiosos, que están valorados internacionalmente como las iglesias del Vall de Boi, la gótica Seu Vella de Lleida, la Iglesia de San Lorenzo o los Castillos de Gardeny o el De la Suda, construido por los musulmanes, que después fuera residencia de los Reyes Católicos y que hoy en día se conserva muy bien.
Esas mismas guías te recomendarían el Parque de la Mitjana, que es un oasis en medio de la ciudad o si deseas un parque más “afrancesado” el Parque de los Campos Elíseos de Lleida. Son parques que te encuentras cuando disfrutas del río Segre, sin duda, el corazón vertebral de la ciudad.
La calle Mayor, que es imprescindible con casi 500 tiendas donde lo importante, como siempre, es interactuar con la gente, también saldría en esa guía en línea o en papel para que te rasques el bolsillo por necesidad de hambre o porque quieras un recuerdo de tu paso por esta ciudad.
Todo esto está muy bien y si lo dicen en todos lados, por algo será. Pero para mí, lo mejor de Lleida está a una hora en tren con la RL1 o media hora en auto: es la ciudad de Balaguer. De verdad que en la provincia hay paisajes espectaculares y pueblos que serán una tentación para que te quedes a vivir en ellos (además de que encontrarías casas a un precio de risa), pero si partimos de la base de que la vida es una enseñanza constante, entonces te aconsejo, por experiencia propia, que pases por unos viveros de las afueras de Balaguer. Los de la Asociación Pàmies Vitae. Una asociación que defiende el modo de comer, lo que se come y las plantas como base del mejor método curativo que existe: la prevención de enfermedades.
Cuando iniciamos un viaje, lo hacemos con la intención de que nos cambie la vida, nos descubra otras maneras de vivir, nos recuerde que nuestra zona de confort no es, ni de lejos, la forma en la qué se vive en el planeta y que cuando volvamos a nuestro hogar seamos un poco más ricos y no hablamos de objetos tangibles. Aquí en Balaguer está la riqueza de la sencillez, el altruismo y el compartir el conocimiento con el único deber de seguir compartiendo tú a los demás, de crear una cadena que te haga libre, curiosa ironía.
Esta es mi recomendación. Un museo, una exposición o una conferencia puede tener el mismo impacto intelectual y emocional que hablar con un “pagés” (campesino) mientras te pesa y sirve un kilo de fruta en un mercado municipal. Lleida es así, tiene la sabiduría de la discreción. Del ser la cenicienta entre las bonitas de la fiesta.
La próxima etapa bajo camino a la Comunidad Valenciana, eso sí, parando en la tierra de Gaudí y los romanos: Tarragona.
[/vc_column_text][vc_empty_space height=”17″][/vc_column][/vc_row]