[vc_row][vc_column][vc_column_text]Tengo la tentación de bajar rápido por la Costa Dorada hacia Castellón. Desde Tarragona hay otra hilera de pueblos-resorts en los que si no eres un turista de playa y fiesta, no encajas mucho. Pero antes de eso, antes de cambiar de comunidad, quiero disfrutar de un paraje inigualable en España: El Delta del Ebro, la fusión natural del río más grande de España que en su fallecimiento en el Mediterráneo, se abre dejando un paisaje increíble. Y te aseguro que increíble es el adjetivo perfecto.
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El paisaje es un arco-iris constante, en el sentido que es multicolor siempre. No importa ni la estación, ni la hora del día, ni cómo esté el tiempo ese día; es tanta la riqueza colora de ese fragmento de España que te va a dar la sensación de que son mil lugares diferentes a la vez.
Además, su encanto reside en que no hay casi turistas, y es relativamente fácil y económico alquilar una casa en los pueblos de alrededor como Deltebre, El Cava o Sant Jaume d’ Enveja. Aquí cualquier propietario te alquila una habitación o una casita para que seas “uno más”. Por supuesto, la comida es tradicional en todos los pequeños restaurantes locales. A mí, especialmente me gusta uno que está casi al final de la desembocadura que se llama El Tramontano. Me gusta porque preparan unas ancas de rana sabrosísimas… con un buen vino local y un pan artesano, se crea un micro mundo en sí mismo.
La especulación inmobiliaria y el cambio climático, que hacen que año tras año el mar vaya entrando más y más en los arrozales hace que no se sepa con seguridad cuantos años más vamos a seguir disfrutando de este paisaje, es un terror. Así que, yo no perdería la ocasión de visitarlo y dejarse seducir por este genuino delta con lugares tan especiales como La Playa del Trabucador, de las más bonitas de España y El Far del Fangar, un faro que elevará tu romanticismo seguro.
Antes de llegar allí, desde Tarragona, la provincia te ofrece atractivos de todo tipo, tantos de que puedes dirigirte hacia el norte, sur, este u oeste y seguro de que aciertas ya que puedes seguir la Ruta del Cister y visitar monasterios tan antiguos como bien conservados. El de Poblet es el más mediático de los tres de la ruta es decir, es el que tiene menos atmósfera transcendental pero lo que realmente es inspirador es la serie de pequeños pueblos que hay entre los vértices de este triángulo monumentístico-religioso y que realmente vale la pena visitar si se tiene tiempo.
Si deseas seguir manteniéndote en el tiempo de antaño, no dudes en gozar del ambiente de Miravet con su gran castillo o Montblanc con sus murallas que hacen el paseo por estas poblaciones especialmente agradable. Depende de lo interesado que estés en las reliquias edificativas del legado eclesiástico, esta provincia tiene una joya, la primera cartuja de España. Una cartuja es un monasterio fundado por la prestigiosa orden de los Cartujos y fueron estos los que decidieron fundar su primera residencia en Escaladei, provincia de Tarragona.
Si lo que deseas es gozar más de la naturaleza, entonces sin duda hay que abordar dos puntos: los parajes del Castillo de Escornalbou y las Cuevas de L’ Espluga, ya que el antes, durante y después de llegar a estos puntos, el goce de la calma, flora, y ecosistema del Mediterráneo se abren intensamente.
Por supuesto, no se puede obviar que Gaudí es oriundo de Reus y que su ciudad natal tiene una ruta que no podrá tener nunca Barcelona ya que no lo vio nacer. Sin embargo, si deseas contemplar los edificios y pisar las calles para sentir lo que sintió don Antonio, no dudes en pasar un día en Reus, gozar quién sabe de un encuentro de Castellers (castillos humanos) si es primavera-verano o unos buenos calçots (cebollas frescas) con salsa de “romescu” si es invierno… sea cuando sea, esta provincia, para mí, siempre me deja con ganas de más.
Ahora sí, salgo de Cataluña. Marcho a Castellón.[/vc_column_text][vc_empty_space height=”17″][/vc_column][/vc_row]
