[vc_row][vc_column][vc_column_text]Hoy empiezo un blog dentro del blog, lo que se diría un “inter-blog” ¿Existe esta palabra? Bueno, desde ahora seguro que sí. Pues eso, empiezo un blog de viajes dentro de este blog de inmersión lingüística.
Quiero compartir mi punto de vista de este país que me vio nacer y que es distinto a todos los que has visitado o visitarás… incluido si ya lo has visitado: España.
¿Quieres escuchar este post? ↓
Desde que leí “La vuelta al mundo en 80 días” supe que quería imitar al gran Phileas Fogg pero antes que de ese héroe de ficción creado por Jules Verne, me enamoré de un naturalista que recorría España describiendo su fauna y su flora: Félix Rodríguez de la Fuente, y decidí que algún día le imitaría y conocería cada rincón de España antes de salir a ver el resto del mundo. Afortunadamente no ha sido así y todavía, me quedan muchos lugares por descubrir pero los que sé, te los comparto. Por eso, te invito a escuchar, leer… o ambas cosas a la vez.
Nací en Barcelona y por eso empiezo por aquí. Pero por una Barcelona pre-olímpica, y hago esta aclaración porque la ciudad condal (título que viene de los condes en los tiempos de la Marca Hispánica) era muy diferente por dentro y por fuera antes de 1992. El macro-evento deportivo provocó una operación de cirugía estética de la ciudad en la cuál, como a cualquier persona, rejuvenece pero le quita el “bouqué” de la esencia, la naturalidad y la autenticidad. Quitaron los bares de barrio y entraron las franquicias internacionales, los barrios marineros fueron sustituidos por puertos deportivos donde atracaban yates que no tenían el mismo sabor ni el mismo saber que las barquitas de madera.
En esa Barcelona los turistas eran mochileros y la Sagrada Familia recibía tan pocas visitas que se pensaba que no se iba a terminar nunca. Ahora, incluso con la pandemia, miles de personas la visitan antes o después de otras obras del legado del genial arquitecto de Reus, mi tocayo Gaudí y, por supuesto, te animo a que tú también la visites. Una vez vista, por lo menos pásate también por las fachadas de la Casa Batlló, La Pedrera y visualiza Barcelona desde la balconada del Parc Güell en el barrio de Vallcarca. Después bajando hacia el mar, yo me perdería por la zona del Born. La ciudad tiene mucho transporte público y llegas en un momento de norte a sur. Aquí vas a ver extranjeros pero no turistas, si no personas, sobre todo de Europa, que han decidido vivir en esta ciudad. Si bajas por La Rambla del Born, dejándote la Catedral del Mar hacia el mar, te encuentras el antiguo Mercat del Born (un espacio abierto y gratuito en el que verás restos de la Barcelona de hace siglos) y justo detrás hay un restaurante que conserva el estilo de antaño: tú eliges el pescado muy fresco que está en el escaparate y ellos te lo cocinan con el olor a mar todavía entre sus escamas.
¿Después? Yo me iría a tomar un té a El Bosc de les Fades. Un bar que es como, eso, un bosque de hadas dónde puedes tomarte un té o un whisky doble en una penumbra y allí practicar la desconexión mental de ese dulce estrés que es caminar por una ciudad desconocida.
¿Luego? Me iría con metro hacia el Barrio de Gracia y buscaría un club de poesía, donde uno de los muchos canta-autores con guitarra en mano comparte su punto de vista de la vida de una manera singular. Una vez en el barrio de Gracia puedes encontrar cualquier tipo de cocina del mundo. También hay cines alternativos dónde descansar o refrescarte, si hace calor, mientras disfrutas de alguna película de cine de autor.
Aunque a mí, lo que más me gusta es charlar, platicar y conversar con la gente local. En los bares que hay en las calles paralelas de la parte alta de Las Ramblas, hay pequeños locales donde la gente más variopinta te puede contar sus “batallitas” aunque no te conozca de nada. Esa gente te hará sentirte en mi Barcelona. Verás que las rondas de vino áspero o agua con gas, lo que prefieras, se suceden entre risas hospitalarias dónde te preguntan de dónde eres para luego decírselo a sus amigos, no para saber aproximadamente el dinero que te vas a dejar en la ciudad.
Barcelona es de las ciudades más auténticas del mundo, pero hablo de Barcelona, no de Gaudí Disney. ¿La próxima parada? Girona…
[/vc_column_text][vc_empty_space height=”17″][/vc_column][/vc_row]