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Mis Mejores Profesores

[vc_row][vc_column][vc_column_text]Esta semana de febrero, aprovechando la tregua primaveral que me ha dado el clima del Mediterráneo, aliado con esta locura del cambio climático, me he ido a pasear por estas montañas que este planeta me ha prestado para gozo y disfrute. Exactamente fue el jueves, después de mi clase de japonés, que con una botella de agua y con mucha energía positiva me fui a re-descubrir el parque natural del que soy vecino. Durante una pausa, empecé a pensar en los 3 profesores de japonés que he tenido hasta el día de hoy (todavía sigo con dos de ellos) y de lo que aprendí de y con ellos. Inevitablemente los comparé entre sí y en esa comparación aparecía obligatoriamente un punto tangente: el estudiante, o sea yo. Pensaba en que cuando yo estaba más animado, con más tiempo para la tarea, determinación e ilusión, entonces mi profesor era mejor ¿curioso, verdad?

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Desde que decidí (de muy joven) que la enseñanza reglada y politizada desde el gobierno no era para mí, por mi experiencia como estudiante no era el lugar dónde podía ni rendir más ni ayudar más a los estudiantes; desde ese momento, empecé a analizar a los profesores que había tenido durante mi vida desde los 3 años de edad hasta mi último curso en Madrid.

Los profesores que más me han marcado son los que han tenido una pasión como la de unos novios en su luna de miel, entrando en el aula con una actitud valiente e irradiando amor por ilustrar a sus chicos. Por supuesto, también los profesores con ilusión por “abrir los ojos” de sus alumnos e intentar transmitirle “su verdad”. En edades más adultas, me han impactado los “profes” que tienen una actitud bi-direccional en el compartir del conocimientos y estaban abiertos a aprender de nosotros los estudiantes.

Todo esto es admirable, pero los profesores que nunca se me olvidarán, son  aquellos que también lo fueron “entre clases”, que siempre estaban allí para darme un consejo de la vida, corregirme y llamarme la atención, para recordarme que con la calma se camina más rápido y firme hacia la meta del conocimiento y enseñándome que la auto-crítica es fundamental para avanzar y ser feliz haciéndolo.

Es por eso que toda esta amalgama de reflexiones derivaron en una conclusión: Mis mejores profesores son mis alumnos. Ellos, vosotros, tú, que estás aceptando mi guía, reúnes todas estas cualidades: consigues que empiece una clase con pasión, con deseo de compartir lo que haya aprendido hasta un minuto antes de empezar la clase, me enseñas mucho de tu cultura, país, valores, maneras de aprender y me recuerdas que un profesor no debe saberlo todo, y la humildad a la que te doblega el error te hace mucho mejor profesor y persona. Por eso y por mucho más que no cabría ni en 100 audio-artículos: Muchas gracias.

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