[vc_row][vc_column][vc_column_text]Soy un afortunado ¿por qué? Porque uno, cuando dirige un tour privado espera crear una sinergia hermosa que una al guía-profesor con los estudiantes-viajeros, pero mi último tour me hizo sentir diferente, como uno más de la familia.
Durante 11 hermosos días, hice un tour privado con una familia de Texas – EE.UU en el que visitamos, disfrutamos, aprendimos y conocimos Madrid y el suroeste de la Península Ibérica. Sí, este maravilloso tour atravesó la frontera hacia el hermoso país vecino: Portugal.
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Como puedes ver más abajo, las fotos plasman lugares especiales, lugares en los que sí o sí hay que visitar, por lo menos, una vez en la vida. Y digo “por lo menos” porque de sus bocas, en perfecto español, les oía decir “wow, aquí tenemos que volver”.
Como he empezado el artículo, me reitero diciendo que soy un afortunado. El grupo de 5 estudiantes era lo más parecido a lo que un profesor desearía, ya que todos eran extremadamente educados, sensibles con el entorno, exquisitos con la selección de destinos, lugares para comer, para descansar y tenían un interés no solo por las clases de español y todo lo referente al idioma, sino también al por qué de las cosas.
No exagero cuando digo que en muchas ocasiones veía en sus ojos la emoción mientras admiraban la belleza de un cuadro en El Museo de El Prado, la arquitectura de El Alcázar de Sevilla, el saborear un plato en un restaurante de Cáceres, un paseo en la bella Ronda de la provincia de Málaga, un baño en las aguas mágicas de Playa Marinha del Algarve portugués y así en un casi infinito etc…
Ha sido el grupo más numeroso que he tenido hasta ahora, pero ha sido el tour más fácil en todos los sentidos y especialmente el más colaborador.
Hemos disfrutado de la arquitectura de todas las civilizaciones que han pasado por España, hemos recorrido calles milenarias que terminaban en paisajes poéticos dónde una fotografía es estéril ante tanta belleza.
Hemos descansado en lugares en los que nos hubiéramos quedado a vivir para siempre. Soy una persona que intento no tener apegos, pero muchas veces al día me sentía orgulloso de pertenecer a esta parte del Mediterráneo.
Además, combinábamos de igual medida las zonas de mar o rurales con las ciudades. De hecho, visitamos la capital de ambos países y tanto en Madrid como en Lisboa conseguíamos estar tranquilos y dejarnos llevar por la atmósfera con largos paseos en ambas ciudades. Ummm, de hecho ¡Qué familia tan andadora! Eso me sorprendió en positivo, les encantaba caminar. Incluso cuando terminaba el día y nos despedíamos para descansar en nuestras habitaciones, al día siguiente, desayunando me contaban que habían vuelto a salir a callejear y descubrir nuevos rincones, me encantaba ver cómo conectaban con cada lugar.
La estrategia a seguir fue sencilla y efectiva: visitábamos la capital y también la provincia. Lo hicimos en Madrid, en Lisboa y en Sevilla. Conociendo así los lugares más destacados sin tener que estar mucho tiempo en el vehículo. Sin duda, la mejor manera de descubrir este hermoso territorio de una manera relajada y no estresada.
Ahora, que escribo estas palabras todo y que hace ya días que nos despedimos en el aeropuerto internacional de Madrid, vuelvo a revivir las emociones y no miento si te digo que hubo momentos mágicos… me atrevo a decir que milagrosos. Yo sé que Tú me entiendes…
¡Gracias familia por tanto!
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