[vc_row][vc_column][vc_column_text]Ayer SpanisHolidays “se vistió de etiqueta”. Este modismo lo utilizamos para indicar que alguien o algo se adapta a una situación en la que se requiere formas, protocolo y elegancia. No es que fuera a la ópera, no. Si no que por primera vez, lo presenté en una feria de turismo: el B-Travel, que es un encuentro internacional en Barcelona, del sector del turismo en el que instituciones, países e iniciativas privadas presentan a sus países, y también exponen empresas de gestión turística en un espacio común.
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Es cierto que la pandemia redujo la afluencia de profesionales y público pero la sensación era de que había mucha más afluencia de lo esperado. Sin embargo, para mí, lo que más me animó fue ver que no había ningún proyecto similar al nuestro y mejor aún: había más y más promoción sobre la zona del Bages-Montserrat. Me hace feliz que la gente conozca que Barcelona es mucho más que la ciudad condal.
Ayer descubrí que se está potenciando la D.O (denominación de origen) de productos de esta tierra que abren puertas internacionales, y también ver como todo el tejido industrial de la zona de principios del s.XX ahora son circuitos turísticos para personas interesadas en saber cómo se producía a finales del milenio pasado que, hoy en día, con la tecnología digital, podrían resultarnos arcaicos.
Mi estancia en el pabellón de la exposición fue muy dinámica y pragmática. Había reservado dos reuniones que fueron cortas pero muy convenientes y eso me hizo salir del evento “hinchado como un palomo” y por supuesto, tuve tiempo para visitar los expositores de Castilla, Andalucía y Extremadura dónde se centran, para mí, las zonas culturales que siguen emergiendo y ofreciendo nuevas ofertas que podré añadir a las excursiones privadas que hago por esas tierras.
Cuando visitaba el mostrador de Badajoz, la tierra de mi padre, obtuve dos regalos maravilloso: dos libros sobre literatura de la zona y que entre sus páginas, a mi regreso en tren a casa, descubría que esconden la historia de muchos dialectos, con muy poco testimonio impreso, pero que sigue sobreviviendo con pasión: la de los oriundos que se niegan a perder tremendo tesoro. He tenido el gusto de leer “El miajón de los Castúos”(1921) de Luís Chamizo, un escritor nacido a 30 minutos de dónde lo hizo quien me dio su nombre y es un viaje en el tiempo. Hace exactamente 100 años se escribió esa preciosidad de libro que sin duda, es más intenso de escuchar que de leer. La fonética del “extremeño” es mucho más cercana al Quijote que la de ningún otro lugar del país. ¿No te pasa que cuando escuchas un audio libro los detalles y la historia en sí, son diferentes de cuando lo lees? Yo no me decanto por ninguno de los dos, es como decir, a quién de mis dos hermanos quiero más… pero son diferentes.
Como postre lingüístico “viajé” al mostrador de la embajada de Indonesia y tuve el placer de conversar unos minutos en “bahasa indonesio” y recordar con una sonrisa mis 7 meses recorriendo ese archipiélago maravilloso eclipsado, mediáticamente por el misticismo de Bali y que esconde joyas increíbles. De hecho, el país tiene forma de collar. Al comenzar a hablarlo las palabras se atascaban en mi garganta y salían precipitadas, erróneas y un poco inconexas pero después de ese “calientamento” tuve la oportunidad de piropear a ese gran país en su propio idioma y eso me recordó dos cosas: el tiempo oxida los idiomas y ¡qué quiero viajar allí de nuevo! ¿y tú no?[/vc_column_text][vc_empty_space height=”17″][/vc_column][/vc_row]