[vc_row][vc_column][vc_column_text]Federico era una persona especial, romántica, pasional y libertaria en sus tiempos. García Lorca era un artista innovador, genuino y descarado; Federico Gª Lorca era la maravillosa mezcla de ambos. Eso le hizo, que por amor viajara al otro lado del Atlántico (cuando esto eran muchos días en barco y no como ahora, pocas horas en avión) para seguir a su corazón que lo llevó a EE.UU.
La mayoría de personas piensan en “Un Poeta en Nueva York” cuando relacionan a Lorca con Norteamérica, pero muchos menos sabíamos que el granadino visitó en agosto de 1929 uno de los estados más bonitos de los 50 que hay en ese país: Vermont.
Honestamente, yo tampoco lo sabía y gracias a una estudiante autóctona de allí, Pat D. supe lo que ahora comparto con vosotros. Federico estaba enamorado hasta los huesos de Philip Cummings, un lugareño con el que coincidió en Madrid el verano anterior y que hizo que nuestro poeta estuviera casi dos semanas conviviendo frente un lago que no podía tener un nombre más apropiado: “Eden”(sin acento).
Por mi cabeza pasa: ¿Que hubiera pasado si Federico y Philip hubieran continuado su relación? ¿Quizás habría estado en Vermont durante los siguientes años y habría evitado su muerte, 7 años más tarde, fusilado durante la Guerra Civil? Lorca murió muy joven: con 38 años, es cierto, pero vivió más que muchos con 76.
Este post tiene dos mensajes implícitos: Cuando dos personas desean comunicarse, el idioma no es nunca una barrera (desgraciadamente, al revés también) y también, que el amor es un motor imparable que te acercará a lo que desees alcanzar.
¿Quieres escuchar este post? ↓
**Las imágenes han sido tomadas/cedidas hace pocos días por Pat D. exceptuando la fotografía de blanco y negro que es de archivo.[/vc_column_text][vc_empty_space height=”17″][/vc_column][/vc_row]